jueves, marzo 30, 2006

Sánchez Dragó lamenta profundamente haber nacido en España


En el programa de El Loco de la Colina, Sánchez Dragó, como buen español, siguiendo la larga tradición cainita que tanto nos caracteriza, manifestó que lamentaba profundamente haber nacido en España, en un país tan cainita, en el que cada cierto tiempo existía una guerra civil, en el que la envidia es Ley, tan atrasado, tan zafio, donde todo el mundo, desde el fontanero al panadero, el periodista o el político, todo el mundo te la pega y te hace estar con la mosca detrás de la oreja continuamente; en un país donde el modelo nacional es el del pícaro, donde hay un sin vergüenza, un timador y un corrupto por metro cuadrado, sólo superado por Italia, donde estás figuras fueron llevadas por los españoles con la imagen del pícaro...

En fin, que el señor Sánchez Dragó, si tiene algo de sentido común, hombría y en algo valora las palabras cuando se hacen desde un medio público, debe estar en estos momentos tramitando su petición de apátrida, condición que desde aquí mismo, le aplaudo y deseo vivamente para que ni un minuto más, tenga en su alma, ni sobre su conciencia, esa pesadísima carga de ser español.

Hay que ser coherente con lo que se dice.

Mientras las ratas abandonaban el barco, el capitán y los músicos del Titanic se hundían con el navío.

De cada cual depende elegir entre seguir tocando bajo la luz de la Luna, como los hombres y las mujeres, o de nadar como las ratas.

Yo no tengo nada que objetar a la visión real y escueta pintada por Sánchez Dragó, lo único que me sorprende es que alguien supuestamente ilustrado, no entienda que estos mismos reproches se pueden aplicar a casi todas las naciones conocidas.

No es ningún consuelo, es evidente, pero no se puede vivir bajo el peso del pasado o decir: “yo me bajo en la próxima que esto no me gusta”. La Tierra no se puede parar, no podemos evadirnos del planeta. Toda la humanidad es una. La mezquindad humana no conoce límites, ni su crueldad, ni su capacidad de traición. Eso es así en todos los lugares. Aunque claro, es evidente, como bien lo debió creer en su mocedad Sánchez Drago, que aquí nos habían dicho que los españoles éramos de otra pasta, que éramos mejores, más honrados, más furiosos, más valientes, más íntegros, y en definitiva, todo aquí era distinto, y no, ni es distinto, ni somos distintos: no lo somos. Sánchez Drago no tiene edad para que yo le de consejos, pero haría bien en leer la historia, la real, no la de propaganda, de otros países, y se dará cuenta de que no somos tan distintos.

Sobre la situación actual de España y los españoles, que se de un paseo por Europa, que hable con gente de Europa, que mire Francia, al borde de una guerra civil, que poco significa, ya estuvieron en los años 30 del siglo pasado al borde de una guerra civil y al final la guerra civil la tuvo España, pero que hable también con esos europeos que vienen a vivir a España porque están asqueados de sus países. Que hable con los africanos, que hable con la gente de Sudamérica, que hable con los norteamericanos y con los rusos, y con los campesinos Chinos... En todos los sitios cuecen habas. No sólo aquí se cuecen. Reducir todos los males del mundo, toda la maldad humana, todo lo malo de la humanidad, a la sola condición de los españoles, señor Sánchez Drago, es propio de un niño inmaduro o de una persona muy, muy, pero que muy senil. Me temo que está usted muy senil.

Así que nada más, excepto que el papeleo le sea fructífero al señor Sánchez Drago y se quite esa pesadísima desgracia de ser español, de encima lo antes posible.

Suerte con los funcionarios.