lunes, marzo 27, 2006

El manifiesto de los 2.300 de 1981

El manifiesto de los 2.300 de 1981.

Sobre este manifiesto, en el que un grupo de personas denunciaban la discriminación del castellano en Cataluña, recuerdo bien que en su momento los comentarios más suaves que escuché, de gente aparentemente pacífica, se referían a la castración y expulsión inmediata del solar patrio catalónico de todos los firmantes.

¿Cómo puede ser tan actual un texto de 1981?

Recuerdo que en aquel entonces yo estaba a favor de los firmantes, no por quienes eran, estaba a favor por lo que decían.

No hace falta decir que no fui dilapidado en plaza pública por pura casualidad y quizás, quien sabe, porque en aquella época estaba algo cachas.

¿Cómo no se les hizo caso?

Pues no se les hizo caso porque en este país la gente es de izquierdas como se es de un equipo de fútbol, una peña de bolos o un club de dardos. Además, ¿quién les podría haber hecho caso? La idea de que el populacho es dueño de su destino, es una mera patraña.

Toda la historieta de la izquierda, y mira que yo era izquierdoso, es pura mentira. No digo que la historieta de la derecha sea verdad, pero la de la izquierda, que ya antes de la muerte de Franco había conseguido imponer una historia "real" de los acontecimientos, es una GRAN MENTIRA.

En el contexto de la historieta de la izquierda, creída y mamada por casi toda la población, especialmente la más joven, los republicanos eran demócratas, los rojos (incluso los comunistas), eran demócratas, todo el mundo era bueno, todo el mundo quería la democracia y habían luchado por ella, contra los malos antidemócratas de Franco, que habían triunfado sólo por una superioridad material aplastante que les facilitaba Alemania e Italia, sólo por eso y por nada más, habían triunfado sobre el pobre pueblo español, en especial el catalán y el vasco (después la cosa cambió hacia una guerra entre España y Cataluña, o entre España y Vascongadas) que esperaba ansioso la muerte del dictador y añoraba la República, esa época dorada de libertad, buen comer, paz, sosiego y fidelidad a las Leyes democráticas por parte de los políticos, que, eso sí, los mismo se marcaban una revolución socialista que declaraban la República Catalana, que pactaban con Musolini, o con Estalín, o se vendían al gobierno Francés, pero todo muy democrático, muy pacífico (con decenas de muertos) y por el bien de la nación Española, más o menos, como el actual Estatuto, que nos hará más fuertes a los españoles. Ya lo dicen: "todo lo que no te mata, te hará más fuerte".

Otra tonterías de esta historieta de la izquierda era la predicación de las esencias patrióticas vascas y catalanas como sinónimo de libertad, democracia, paz, sosiego, concordia entre los seres humanos, buen rollito y progreso, mucho progreso.

A la historieta izquierdosa se le olvidó leer en voz alta los escritos rebosantes de odio y desprecio hacia los españoles de Sabino Arana y Prat de la Riva.

A la historieta izquierdosa, que nos adoctrinaba sobre las grandes matanzas y excesos (muy reales) del régimen de Franco, se le olvidó comentar nada sobre las matanzas y excesos (muy reales) de la izquierda “democrática”, realizados incluso contra sus propios “camaradas”, entre facciones rivales. Y sobre los crímenes cometidos en la Unión Soviética... Eso también se les olvidó contarlo porque iban en contra del buenismo general, casi propio de los jesuitas, que la izquierda predicaba entre las clases humildes e ignorantes.

¿Y quienes eran los predicadores?

Bueno, los viejos predicadores eran los mismos que habían estado viviendo durante cuarenta años del oro del Banco de España trasladado a Moscú, o de las cuentas secretas de los partidos políticos en el exilio, o de donaciones de gobiernos “amigos” y “poco interesados” en sacar tajada. Esos eran los predicadores rancios.

Los nuevos predicadores eran hijos de la media y alta burguesía, muy sobrados de dinero de papa, de influencias de papa y que en algunos casos habían ido a colegios religiosos o acababan de salir del seminario.

Que gran caldo de cultivo para engañar a unos cuantos millones de seres ignorantes. Que maravilloso pastel se les habría antes sus ojos: un Estado con empresas, con monopolios, con las arcas públicas a su entera disposición... El asalto al poder era el sueño de cualquier buen hijo de burgués, y el método para conseguirlo era ser de izquierdas, una izquierda que limpiara y diera esplendor a sus ansias de poder sin límite.

¿Cómo puede ser tan actual el manifiesto, cómo nadie se dio cuenta?

Es normal, la izquierda del buen rollo domina todos los medios de comunicación, las editoriales y los “intelectuales” comen de su mano. La cosa no tiene nada de especial si recordamos que los dirigentes de la “izquierda” son en su mayoría hijos de la alta burguesía (Maragall, Jordi Pujol) , terratenientes o ganaderos (Felipe González), hijos de falangistas (José Bono) , de militares (Guerra) , de chofer de Franco (Xavier Arzallus), de miembros de la División Azul (Carod Rovira), ex seminaristas (Xavier Arzallus, Carod Rovira), y otros muchos que se podrían añadir a la lista, que sería interminable y de lo más aburrida.

Con los medios de comunicación intervenidos, los sindicatos intervenidos, el entramado económico que no hacía falta intervenirlo, sólo privatizarlo, tenemos todo lo necesario para dominar por completo un país.

El siguiente paso era asegurarse la supervivencia de un sistema que si se le ponían las tripas al descubierto resultaría tan odioso y repulsivo a la sociedad como el Régimen de Franco.

Había que fidelizar políticamente al incauto.

Nada mejor para ello que crear taifas, estados independientes en los que el fuerte sentimiento regional fuera convertido en sentimiento nacional, con su propio Estado, en el que la oligarquía local pudiera echar unos fuertes cimientos inamovibles, con su propia policía, sus propias empresas, sus propias leyes, sus propios jueces y sus propios encomenderos: sus feligreses nacionales dispuestos a defenderles con su sangre y sus vidas ante los enemigos de la patria inventada.

Para realizar todo eso, se ha seguido a rajatabla un viejo plan de la Alemania nazi que preveía la disgregación de España en una serie de Estados independientes bajo tutela Alemana.

Parece una historia sacada de una novela barata, pero ese plan está escrito, está archivado y no es ningún secreto. Hay que aclarar que el plan Alemán se basa en la reducción de la totalidad de Europa a una serie de pequeños estados étnicos con un Estado étnico central, Alemania, que sería el alma del conjunto. Dentro de este plan, todos los estados modernos europeos desaparecerían descuartizados excepto Alemania, que se anexionaría Austria y otros territorios de habla alemana.

Los primeros pasos para realizar ese plan comenzaron con la necesaria creación de una Unión Europea. Los últimos, han sido la desmembración de Yugoslavia, Checoslovaquia, la URSS y la expansión de la Unión Europea hacia el Este de Europa, tal y como quería Hitler, que mantenía la teoría que el territorio natural de expansión de Alemania debe ser el Este de Europa.

Si alguien piensa que se puede hacer algo contra esta inmensa manipulación mediática, con los intereses que existen en este juego de peones... Que lo diga.