viernes, marzo 23, 2007

Los nuevos símbolos de España S.A.


“Ségolène Royal quiere una bandera francesa en cada hogar y que los franceses se sepan la Marsellesa”.

Misteriosamente, Ségolène Royal es la candidata socialista a la presidencia de la República Francesa, y se supone que también pertenece a la Internacional Socialista, como Zapatero. También es verdad que los colores de la bandera francesa son los que representan a las tres principales logias masónicas de su tiempo y que la marsellesa tuvo su debut como himno de una logia masónica. Claro, no es lo mismo que en España.

En España resulta difícil imaginar que cada ayuntamiento tenga una bandera española, y no digamos ya que todos los alcaldes se pongan a tararear el himno de España, himno estatal para los muy progresistas, con un: tata chinton tachito chinto chinto chinti chin chin chin, queeeee chin chin chin chin pum.

Es una estampa inimaginable.

Es mucho más creíble que Zapatero pida lo siguiente:

“Quiero una bandera española en cada hogar... una... una bandera española de cualquiera de nuestras 17 autonomías, o la oficial del Estado, me da lo mismo. Y quiero... también, que todos, absolutamente todos los españoles, y los ciudadanos recién llegados al país que viven entre nosotros, cuatro millones de personas, ya, cuatro millones, se sepan de memoria un himno español. Uno cualquiera de nuestras 17 autonomías españolas. Porque eso, eso, es España: diversidad, entendimiento, talante, diálogo, progresismo, integración y cultura. La cultura del diálogo, de la esperanza, y de la paz, especialmente de la paz, frente a la cultura de enfrentamiento y la vuelta al pasado. Eso es España.”

¿Qué no?

Polanco molesto de que alguien le contradiga

Ya es el colmo que el Berlusconi español se ponga a llorar como una maricona y se queje de que alguien se atreva a desdecir las mentiras de sus burdos comisarios políticos. Que pena, penita pena. Y para más inri se pone a mentar la Guerra Civil. Será porque el PSOE y compañía se está cargando la democracia, como ya hicieron en su día con la República, partidista y "roja rojísisma" que tenía de democracia... no, pues no tenía ni el nombre. Será por eso que ningún régimen medianamente democrático se molestó en echarles una mano. Seguramente, si un grupo de policías fuese a la casa del líder de la oposición, lo introdujera en un coche y le pegara un tiro en la nuca camino de ¿la comisaría?, y alguien se quejara de ello, sería acusado por el grupo PRISA de estar creando crispación política. Esperemos que no lleguemos a estos "democráticos" excesos del pasado. Algunos partidos políticos, no sólo tienen experiencia, incluso conservan las mismas siglas políticas que en el 36. ¿Y el talante? Parece que el talante también lo conservan. Tirar la piedra y esconder el brazo.

Unas casualidades del PSOE muy franquistas.


Cuentan las malas lenguas que cuando alguien se interponía en el camino de Franco, milagrosamente, ese alguien sufría un accidente de aviación, un ataque al corazón, le caía un obús del quince, se estrellaba contra una farola o en el mejor de los casos, quedaba hecho unos zorros y lo mandaban para casa. Seguramente era la mano del destino, porque los casos parecían todos anecdóticos y de lo más natural, todos ellos muy propios de sus circunstancias.

Tras la casualidad del Prestige, que ya alguien del PSOE dijo que si hacía falta se hundía otro barco y punto; la desgracia más que predecible del Yakozlez en Turquía, y los bombazos del 11-M, asuntos que tanto ayudaron a que el PSOE fuera votado por lo que los antiguos romanos habrían denominado el “populacho”; ya alcanzado el poder político, por los tiempos que corren, digno de un Nerón, las casualidades del destino, lejos de cesar, se han ido sucediendo a la hora de allanar el paso al “maravilloso” y “constitucional” Estatuto de Cataluña, y así, se han sumado a la rueda de la fortuna, el oportuno infarto no mortal de Rodríguez Ibarra, muy crítico con el Estatuto de Cataluña, la enigmática salida del mundo político de otro crítico al Estatuto, José Bono con su “la vida vale más que la política”, que da para pensar lo que en realidad quería decir, y ahora, cuando la farragosa prosa de los doscientos y pico artículos, esa bestia de indigesta legalidad llamada Estatuto, se enfrenta a los muy politizados, pero “independientes”, procesos de la justicia, una nueva ayudita del destino hace que el recusado magistrado del Tribunal Constitucional Pablo Pérez Tremps ingrese de urgencias en un Hospital.

Que delicada salud la de todos aquellos que se oponen o no son útiles para la aprobación del Estatuto de Cataluña. ¿Es que no ven House?

¿Será todo esto, como en tiempos de Franco, obra de la mano del destino? Este parece un buen tema para los chicos de Quinto Milenio.